viernes, 15 de enero de 2010

Pedro Soto de Rojas el poeta olvidado...

Pedro Soto de Rojas, uno de los más destacados poetas del Siglo de Oro, moría en Granada en el año 1658, en un carmen del Albaicín (Casa de los Mascarones). Con su poesía, donde utilizaba los elementos garcilasianos con la inspiración gongoriana, anticipo la salida al universo de las letras de Federico García Lorca desde su huerta del Tamarit y de los ritmos de la música de Falla desde aquel otro carmen de la Antequeruela. Soto de Rojas, García Lorca, Falla constantes de carácter marcadamente granadino en el reino de las musas.
Federico García Lorca recitó, en 1927, versos de Pedro Soto de Rojas e inició el interés por aquel libro que asomaba a las librerías del conflictivo siglo XVII con el más bello título: Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos. Por ejemplo, en la Mansión sexta pueden leerse estos versos:

(...) El rubio Pan siguió la ninfa bella,
que hoy partida guarnece,sin verduras,
sin flores, sin brotones,
tres de cándidos yesos artesones
(...)verdes las calles, cándidos arqueros,
bravos soldados de jazmín florido,
Cupidillos de amor llenos de antojos,
dulces rayos apuntan a los ojos,del olfato,
y disparan al sentido (...)

Desde 1682 la vida del canónigo granadino transcurre alejado del cortesano Madrid, en un marco concreto: el «carmen» que el poeta se construye sobre unos solares de casas de moriscos. Plantó Soto de Rojas un jardín a la italiana y a la vez las estrofas de las siete mansiones de su paradisíaco poema culto. Como «una de las quintas de mayor ingenio, sutileza y artificio de este paraíso español» fue calificado el «carmen» de Soto por uno de los historiadores de su tiempo.
La superposición de goces de sentidos y espiritualidad que se destaca como característica de lo granadino, de lo musulmán y de lo barroco, resplandece en el Paraíso de Soto de Rojas.

¿Cómo debió ser aquel jardín de la Casa de los Mascarones cuando Soto la habitaba? Situado a las espaldas del edificio se encontraba el jardín, compuesto de siete paratas o mansiones según la orografía del terreno. La cuarta mansión, la más elevada, poseía un estanque cuya función, era la de repartir aguas, y del cual salía la gran acequia que iba a parar a la gruta existente en la primera mansión.
Todas estas mansiones configuraban un singular itinerario que se emprendía desde la primera situada junto a la entrada de la casa, y que seguía por las restantes, hasta acabar en la séptima. Dicho itinerario podríamos definirlo como circular o cerrado. Elementos comunes al jardín de Soto son la identificación con el Paraíso, la tradición clásica del arte topiaria, o recortar figuras en abrótano o mirto, el locus amoenus de aguas, plantas, árboles frutales, aire suave y pájaros cantores.
Guarda en su disposición el recuerdo del origen árabe de todo carmen, pero sabiamente enriquecido con los elementos prestigiosos del humanismo. De lo musulmán son sus cerradas tapias, sus postigos, sus arquitecturas de diferentes volúmenes, con paramentos decorados con yeserías y alicatados, sus pozos con brocales y surtidores al nivel del solado de azulejería. Del Renacimiento proceden, en cambio, sus pérgolas y sus balaustradas, los órdenes clásicos de los porches y los cenadores, las pilas de piedra y mármol con carátulas y grutescos, los relieves historiados y las estatuas mitológicas, colocadas en nichos y pedestales. De planta asimétrica, adaptándose al terreno de distintos niveles, escalonándose en el quebrado paisaje del Albaicín, constituyen unidades recoletas en las que existe una continuidad del interior de la mansión y el jardín, de acuerdo con una mentalidad heredada del Islam, lo que, a veces, no excluye los efectos de perspectiva escenográfica de lo renacentista.

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