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Al llegar al patio al que daba nuestra habitación me detuve en seco. Estaba extasiado. "Laura", le dije a mi mujer, con toda la calma del mundo. Ella se giró extrañada. "Qué ocurre?"; "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla", le dije. Ella sabía de qué iba aquello. Contempló satisfecha la belleza y la autenticidad que nos rodeaba y luego sonrió. "¿Lorca?", preguntó. "Casi. Machado".Por la tarde, y después de haber visitado la Alfalfa (el barrio situado al lado del hotel), Laura quiso subir a darse un masaje en el spa de la azotea y luego un baño en la piscina que hay al lado. Yo le dije que subiría enseguida; primero quería pasarme por la biblioteca del hotel. Y, en efecto, ahí estaba: Poesías completas, de Antonio Machado.Después de contemplar hechizado las magníficas vistas de la ciudad, me senté en una hamaca junto a mi mujer y abrí el libro. Ella parecía dormida, pero sin abrir los ojos me dijo: "Lee para mí". Y yo, después de cerciorarme que con mi lectura no molestaría a nadie, empecé: "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla...". Y así son también, los recuerdos de mi estancia en la ciudad.
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