
Cádiz no es una tacita, Cádiz para mi es un sueño, una lágrima en silencio la mirada de mi abuelo, colorín de carnavales de una niña tras el cierro. En la distancia del tiempo, cerca, pero siempre lejos, canción de espuma y arenacon un coro en la cabeza, el corazón de comparsa y un tanguillo en el recuerdo. El viento de la añoranza sigue presente en mis ojos la Camelia, el Anteojo, paseos por el baluarte, la fuente de puertatierra de la mano de mi padre. Oleadas de sabores, salpicaduras del alma, a la vez dulce y amargo, tocinillo, bienmesabe, sopita de picadillo, las torrijas de mi madre. ARTESANA
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